Hay lunas que trasnochan de pasión,
que se mezclan con auroras blancas,
que no olvidan el espejo de tu olor.
Laberintos hambrientos
de azotes de caricias no besadas,
y las puertas me golpean por dentro,
se pierden mis ojos inciertos,
y no sé siquiera regresar a casa.
Te llama mi latido más sediento,
y el por qué de mi angosto silencio,
me invitan los zapatos rotos
a caminar por tu burda y testaruda ausencia.
Y me insiste la primavera
a grabarme tu nombre, las fechas de tu risa,
resiste el afilado pasado,
el futuro que golpea a la lluvia,
y te llevas el invierno pesado
en el hueco de tus ojos, en tu cintura.
Mirarte de lejos en mis abriles encantados,
y morderme las piezas de mi puzzle interior
formadas por las sílabas de tu saliva,
por las hechuras de tu cuerpo,
por el sabor añejo de mi copa de licor.
Desperezar tus anhelos frágiles
con el espacio olvidado de mi boca,
y silenciosa destrozar soledades y olvidos
mientras que los dos rodamos en secreto
por el color azul tiznado
de los terrones de cielo mojado,
mientras que el mundo se hace una burbuja
para rescatar lo movedizo de mi realidad
y hacerme brillar ante tu emoción,
porque ya sabes,
hay lunas que respiran tu sabor...
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