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lunes, 26 de enero de 2015

En los adioses donde me pierdo


El frío es la casualidad donde se encuentran los temblores de las hojas secas y la mirada redonda de quien jamás paseará la copa de sus dedos por el tronco de tus huesos amarillentos de desamor. Es la nieve, o el jardín que nunca tuve, o los ocasos tras los que me escondía del mundo para no asumir la vergüenza de saberme sola. Hasta los perfiles de las estrellas se arrinconaban formando un abrazo olisqueado por los insulsos miedos que escondía bajo las páginas de cualquier libro.

Tras mi sofá se cae el albornoz que cubría las piezas de mi puzzle en blanco que parecía cuadrar con todo y que en realidad jamás tuvo una pieza en su lugar.

Quizás si el frío de la vida hubiera dado una tregua al derrumbamiento continuo de mis ganas hoy no estaría arañando sangrantes lamentos desesperados de una ausencia que nunca se prendió a tu espalda para decirte: No te vayas.