Encontré en las ausencias
una procesión de valores,
unas nostalgias ordenadas
por tamaños, colores y formas,
hallé en las risas huéspedes sin sabor
si no estaban llenas de vos.
Era triste el traje de los domingos
si no suspiraba los veinte años de tu aroma,
el albedrío de pensamientos dispares
y las ruinas deslumbradas de residuos nocturnos.
Yo también sabía que tú sabías
que jamás sabríamos juntos el lamento que deja el amor
cuando se busca entre escombros y perdones troceados.
Sabía de la soledad,
de la sangre tras la piel rugosa,
sabías de lo ebrio de la confianza rota,
sabíamos que aferrarse a optimismos grises
era pregonar cordura en lo blindado de un olvido
maltrecho y apartado del exilio del ávido recuerdo.
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